CILELIJ.- El catalán Gabriel Janer Manila sorprende a los asistentes con su conferencia “Contar historias, conjugar la vida en imperfecto”
“La literatura, y sobre todo la que pretendemos dirigir a niños y adolescentes, no debe ignorar los dramas de nuestro tiempo. Su campo son también la exclusión, la pobreza, el exilio, el dolor y los intentos globalizantes por homogenizar las tan diversas expresiones culturales de la humanidad”, destacó Janer.
Bogotá, 7 de marzo de 2013.- El catalán Gabriel Janer Manila hizo soñar al auditorio con su ponencia “Contar historias, conjugar la vida en imperfecto” durante la segunda jornada del II Congreso Iberoamericano de Lengua y Literatura Infantil y Juvenil, organizado por la Fundación SM y la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República.
En ella, Janer puso de manifiesto que narrar, contar historias, es tal vez uno de los rasgos que nos hace más humanos y que, sin duda, el acto de narrar ha estado en la propia base de la evolución de nuestra raza.
Janer Manila afirma que la creación de los tiempos verbales es uno de los más grandes esfuerzos de la inteligencia humana. De ellos resalta el pasado imperfecto, que es el tiempo verbal de la narrativa, el tiempo sin tiempo que expresa un pasado que tal vez nunca fue presente, que “da más misterio a la realidad narrada, le da intriga, inquietud: había una vez…”.
“El ser humano es el único animal que tiene necesidad de contar historias -en cualquier soporte-” afirmó el autor. La narración es una nueva forma de conocimiento, crea las sensibilidades y emociones que dan a las palabras sus verdaderos significados, palabras que al llegar a cada uno de nosotros generan movimientos en cadena que estimulan las figuras de la memoria y la fantasía. Por ello, Janer defiende que la pedagogía del lenguaje es la pedagogía de la imaginación, y en cada narración ficcional recuperamos de la memoria colectiva historias que viven latentes en las palabras desde el inicio de los tiempos. “La palabra, eternamente movible y cambiante, nunca olvida por dónde ha pasado”, afirma.
“La literatura, y sobre todo la que pretendemos dirigir a niños y adolescentes, no debe ignorar los dramas de nuestro tiempo. Su campo son también la exclusión, la pobreza, el exilio, el dolor y los intentos globalizantes por homogenizar las tantas diversas expresiones culturales de la humanidad”, explica Janer. En estas tareas, “la literatura es compromiso social, incertidumbre, búsqueda y utopía”, concluye.