Imagina esto: estamos en el salón de clases de 3° de primaria, todos los pupitres miran al frente hacia donde está el maestro Roberto que explica la lección con paciencia y de vez en vez llama la atención de alguno de los alumnos que platica con sus compañeros, pues con su charla distrae a los demás, lo que puede dificultar que entiendan la lección. Al terminar de explicar, el maestro Roberto indica la página del libro de texto donde hay ejercicios que le permitirán a los chicos reforzar el contenido, supervisa la resolución de los mismos y pide que si hay dudas levanten la mano para que vaya o bien les indique que se acerquen al escritorio. Al finalizar la actividad Roberto apunta algunos ejercicios más en el pizarrón y los solicita como tarea, no sin antes recordarle a sus alumnos que deben poner mucha atención y esforzarse, pues así son los ejercicios que vienen en el examen la semana entrante.
¿Te suena familiar esta escena?, no me extraña, la mayor parte de nosotros recibió su educación, al menos la básica, en variaciones más o menos afortunadas de esta escena, de hecho, esta escena es una representación puntual de lo que llamamos “enseñanza directa” o “paradigma de los contenidos”.
El paradigma de los contenidos se basa en la idea fundamental de que la labor de la educación es transmitir los conocimientos que se han generado a través de la historia de la humanidad, en esta labor, el docente es, al mismo tiempo, el “guardián del conocimiento” y su transmisor privilegiado; el papel del alumno, es entonces, absorber la mayor parte de ese conocimiento y consolidarlo a través de la repetición de ejercicios, al final, el alumno deberá dejar constancia de que adquirió el conocimiento mediante la realización de un examen; este esquema se conoce como el “ciclo de las tres P”: Presentación, práctica y prueba.
El paradigma de los contenidos ha sido por muchos años la práctica estándar en educación, sin embargo desde hace tiempo recibe algunas críticas que se acrecientan dadas las características del mundo actual: en primer lugar, los contenidos que se enseñan dependen de convenciones temporales que pueden variar, incluso de un año al otro, por intereses políticos o creencias sociales, por otro lado, la presencia de medios como Wikipedia, Tik Tok o YouTube pone en entredicho la imagen del docente como único transmisor del conocimiento.
Imaginemos que existe otra forma:
En el salón de tercero de la maestra Lety las mesas y bancas están acomodadas en pequeños grupos, casi ninguna mira al frente, pues el foco de atención está en la discusión con los compañeros de equipo, al principio de la lección, la maestra les planteó un reto, muy cercano a su realidad, y en ese momento se encuentran discutiendo que información necesitan para solucionarlo, luego de hacer una lista de temas, usarán la computadora para localizar la información, revisarla, procesarla y elaborar una propuesta para solucionar el reto, es muy posible que durante la revisión de la información, encuentren nueva evidencia que los obligue a decidir si continúan con su primera elección o cambian la ruta. El salón bulle de actividad, hay ruido de conversaciones por todos lados, pero se nota que es el ruido productivo de la creatividad y el trabajo; la maestra Lety se mueve entre los equipos escuchando sus opiniones y ocasionalmente emitiendo una propia, a veces interrogando, otras orientando hacia ciertos materiales o señalando algunos pros o contras de la propuesta, al final, los alumnos presentaran su solución al reto y además habrán generado en el camino varias evidencias que constaten su proceso de aprendizaje, lo que permitirá reflexionar tanto en los resultados obtenidos como en el proceso que se llevó para lograrlos.
La segunda escena busca ilustrar los principios de lo que llamamos “paradigma de la acción” que se basa en la creencia de que “aprender es una modalidad de hacer”, desde esta mirada aprender no es sólo entender y memorizar sino también buscar, analizar, elegir, discutir, aplicar, probar, equivocarse, corregir y, sobre todo, reflexionar.
Nacidas del seno del paradigma de la acción las “metodologías activas” son un conjunto de métodos, técnicas y estrategias que tienen como principal objetivo poner al alumno al centro del aprendizaje, generando escenarios donde asuma una mayor responsabilidad y autonomía de su proceso, en ellas, se busca enfrentar a los alumnos a retos reales (o al menos realistas) donde puedan poner en práctica sus competencias en un escenario real y ejercitar al mismo tiempo sus habilidades de toma de decisiones, análisis y síntesis de la información y trabajo en equipo. Con ello, se busca que el proceso de aprendizaje sea significativo en sí mismo y tenga sentido para los estudiantes, lo que reditúa en más motivación, mejor actitud, y por consecuencia, una mayor implicación
Dentro del ámbito de las metodologías activas encontramos diversos enfoques, como “el aula invertida”, “el aprendizaje basado en proyectos”, “el aprendizaje basado en problemas”, “el aprendizaje basado en retos”, entre muchas otras que nos brindan opciones para trabajar con nuestros alumnos desde el paradigma de la acción.
Añadir nuevo comentario