Educación Hoy

“Nosotros aprendimos que la sabiduría no era dar pescado, sino enseñar a pescar. Esto no existe más, es antiguo. Hoy en día si le enseño a pescar y le regalo la caña, quizás se muera de hambre, porque cuando sea grande no habrá un solo pez que se pesque con esta caña que le regalé. Sin embargo, algo puedo hacer por él. Puedo enseñarle a ser capaz de crear su propia caña, su propia red. Puedo sugerirle a mi hijo que diseñe su propia modalidad de pescar. Para eso tengo que admitir con humildad que la enseñanza de cómo yo pescaba no le va a servir más.”. 

Jorge Bucay, “El camino de la autodependencia” 

Te voy a decir algo: el Aprendizaje Basado en Proyectos ( ABP, en lo sucesivo) es una de las metodologías de aprendizaje más efectivas para lograr que nuestros alumnos aprendan lo necesario para hacer frente de los retos que plantea el mundo moderno; y no, no es ocurrencia mía, diversos estudios y autores señalan de manera consistente los beneficios que tiene implementar esta forma de trabajo en el aula; de acuerdo con los resultados de la investigación  los alumnos que trabajan con la metodología del ABP aprenden cómo pensar críticamente, analizan información que pueden después usar para tomar decisiones, aprenden a colaborar con distintos colegas y a resolver problemas de manera creativa. (si quieres conocer más al respecto, te recomiendo revisar en el sitio del Buck Institute donde mantienen una base de textos muy actualizada sobre el tema: https://www.pblworks.org/research). 

Pero ¿Qué es ABP?

El ABP es una estrategia metodológica de diseño y programación de la enseñanza que consiste en un conjunto estructurado de tareas basados en la resolución de “retos” (que pueden ser preguntas o problemas), a partir de estos, nuestros alumnos realizan un proceso de investigación o creación donde trabajan de manera lo más autónoma posible para resolverlos, trabajando en equipo y con un alto nivel de implicación, este proceso culmina con un producto final que se presenta ante una audiencia. 

La naturaleza de los retos, que elegimos por ser de relevancia social o cultural y estar alineados con los intereses de nuestros alumnos, provocan en ellos un alto nivel de implicación y cooperación, así mismo, al intervenir en contextos “reales” (o lo más realistas posibles) el conocimiento toma otra dimensión y se adquiere la conciencia de cómo funcionan esas competencias (es decir, el conjunto de conocimientos, habilidades y actitudes) en el mundo real, lo que nos permite trabajar el currículo de manera integrada, e inclusive permite que nuestros alumnos obtengan conocimientos y habilidades superiores de los esperados para su edad. 

De hecho, además de poder trabajar nuestros contenidos curriculares de manera contextualizada, trabajar adecuadamente por proyectos potencia en nuestros alumnos la adquisición de “competencias suaves” (soft skills) que son clave para su desarrollo tales como: 

• Planificar el trabajo en equipo para lograr metas comunes 

• Emitir sus puntos de vista y escuchar los de sus compañeros 

• Negociar, lograr acuerdos, asumir compromisos y tomar decisiones 

• Evaluar la organización y el avance del trabajo 

• Ser flexibles y plantear soluciones innovadoras 

Y estas competencias son fundamentales en un mundo en constante cambio, nunca más atinada la frase de Jorge Bucay (que me permito adaptar a nuestro entorno educativo) “Nuestros alumnos van a tener problemas que nosotros nunca tuvimos.” ; y creo que aquí radica la potencia de esta metodología, en la capacidad de educar a nuestros alumnos desde la incertidumbre, construyendo conocimiento compartido, generado en interacciones positivas con sus compañeros, sus maestros y los “socios comunitarios”, con la conciencia de que “aprender es una forma de hacer”.  

Sin embargo, trabajar desde esta perspectiva nos trae nuevos desafíos como educadores, muy pocos de nosotros tuvimos la oportunidad de experimentar el trabajo desde este enfoque durante nuestra formación, por lo que no tenemos experiencia previa o formación profesional al respecto, con lo cual, enfrentamos una curva de aprendizaje (que puede sentirse como pendiente) donde nos preocupa si al trabajar desde esta perspectiva nos dará tiempo de cubrir los contenidos curriculares, si al incluirlo tendremos que empezar desde cero con la planificación, la evaluación y la gestión cotidiana del aula. 

Quiero decirte algo, implementar el ABP como método de trabajo te permitirá llegar más lejos y lograr aprendizajes significativos de manera más eficiente, sin embargo, al igual que nuestros alumnos, a nosotros también nos corresponde adquirir esta nueva competencia para incidir en este mundo cambiante, por lo cual, al principio, nos parecerá demasiado trabajo para que valga la pena, estaremos tentados a regresar a la enseñanza tradicional y argumentaremos que es mucho más eficaz; sin embargo, si me permites darte un consejo, no decaigas, se paciente contigo mismo y haz conciencia que cada vez será más fácil, al principio el esfuerzo es grande pero vale la pena, sobre todo cuando observas a tus alumnos cada vez con más autonomía, superando retos de los que se pueden sentir (y te hacen sentir) orgullosos.