Educación Hoy

Todos alguna vez hemos soñado con una libertad plena, sin ataduras en tiempos, personas o situaciones, sobre todo, cuando nos sentimos quemados (síndrome de burnout laboral). Los especialistas en el comportamiento humano, cuando hablan del estrés y el cansancio laboral, suelen decir, que profesiones como la docencia, la enfermería, la medicina, entre otras, fácilmente llegan a experimentar el burnout laboral. Es allí cuando un docente puede llegar a experimentar el deseo de liberarse de todo.  

Cundo un docente ha vivido una situación así, lo primero que llega a pensar es que se encuentra en la profesión equivocada, o tal vez, que no sea tan buena o buen maestro. Si de algo te sirve, todos los que nos hemos dedicado a la docencia, alguna vez, hemos pasado por un momento así, por lo que, lo mejor que puedes hacer (si llegas a vivirlo), es poner atención para ver la forma de cómo salir lo antes posible de esta situación.  

Los especialistas dicen que el burnout se presenta cuando se perciben factores que están afectando negativamente el comportamiento del docente, cuando se perciben insatisfechos, con falta de compromiso, fatiga física, baja autoestima y un gran deseo de abandonar el trabajo.  Factores que por supuesto distancian al docente del alumno. Algunas de sus causas están relacionadas con el agotamiento y desgaste consecuente de un exceso de fuerza y/o demandas cada vez mayores de energía; a veces en el intento por alcanzar sus metas laborales o situaciones estresantes que salen de su control.  

Tus alumnos pueden ser los primeros en notarlos, así que pon atención si llegas a percibir, escuchar, o te comentan que:  

• Muy recurrentemente estás irritable, gritas mucho en el salón de clase, golpeas con frecuencia la mesa o el pizarrón, o manifiestas cualquier signo de agresión.  

• Te deslindas de cualquier responsabilidad y cuando algo sucede por ello, haces responsable a otros o incluso a la misma institución creyendo ser tu la víctima.  

• Cuando en tu grupo se presenta un problema con algún alumno y que puedes manejarlo tu por no ser tan grave, lo remites a otros complicando lo que al inicio era simple.  

• Te perciben cansado e indiferente durante la clase. 

• Que faltas a clases una o dos veces por mes. 

• Que llegas tarde constantemente. 

• Que dejas salir al grupo 5 o 10 minutos antes del cambio de clase, porque ya no tienen nada que hacer o simplemente no los aguantas. 

• Que platicabas tus problemas personales con los alumnos. 

• Frecuentemente tienes problemas con tus colegas, o eres hiriente al momento de corregir un error de ellos.  

• Que disfrutaba de los problemas ajenos 

Como medida preventiva y evitar que llegues a sentirte “quemado” en tu trabajo, te recomiendo lo siguiente:  

• Duerme el tiempo suficiente, no menos de 7 horas, no más de 8 

• Acostumbra a comer en un horario fijo y de manera sana, sobre todo las frutas y verduras, que sus las vitaminas y azúcares que de ellos puedes tener aportarán mucho para tu buen estado de ánimo.  

• Haz ejercicios de respiración consciente durante varios momentos al día. Esto te ayudará a descansar tu cerebro y destensar tus músculos.  

• Tomate un descanso recreativo al día por lo menos de media hora. Escucha música, camina, lee un buen libro que te guste o enciende la tv, pero descansa de tus actividades diarias.  

• Procura estar cerca de personas que te estimen o te amen. Permite que te ofrezcan una caricia o ofrécela tu, un buen abrazo siempre es buen alimento para el alma y el cuerpo, y por último,  

• Tomate un espacio para alimentar tu vida religiosa y espiritual. La oración y comunicación con Dios es vital para fortalecer tu espíritu.  

Nuestros alumnos necesitan y merecen profesores alegres, creativos, con salud física, psicológica y espiritual y estoy seguro que todos contamos con ello, sin embargo, estemos atentos y vayamos con mucho entusiasmo a la escuela. Nuestros alumnos nos esperan.