Por mucho tiempo la Escuela Católica se ha distinguido entre muchas otras cosas, por ser escuelas que educan en valores y forman religiosamente a los niños, los enseñan a rezar y los preparan para la primera comunión y la confirmación.
Vivir de manera comunitaria el sacramento y más, cuando es con tus compañeritos de escuela, es algo que los niños disfrutan mucho y mantienen como un hermoso recuerdo. De esta manera la Escuela Católica está cumpliendo con una función importante, ser Iglesia que Evangeliza.
Por lo tanto, la clase de formación religiosa, formación en la fe o formación en valores, como algunos otros le llaman; cumple con la función no sólo de la educación integral, sino de iniciar a los niños en un camino espiritual que va más allá de solo aprender verdades eternas. Es la iniciación que la Escuela Católica, padres de familia y docentes ofrecen a los alumnos para que crezcan en vida espiritual.
Con frecuencia confundimos que la vida espiritual es sólo ir a misa, observar los mandamientos y saberse todas las oraciones. Claro que la vida espiritual comprende esto, pero como una consecuencia de la vida interior que la persona vive, porque si no es así, se corre el riesgo de vivir en el legalismo religioso que en el primer descuido se puede llegar a manifestar en fanatismo o indiferencia religiosa.
¿Cómo evitar que tus alumnos sean apáticos o fanáticos religiosos? He aquí algunos consejos:
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No te limites a ofrecer sólo conceptos doctrinales. Está bien que se aprendan cuáles y cuántos son los mandamientos de la Ley de Dios, pero es mucho mejor que sepan que Dios seguirá siendo Dios y seguirá amándolos si acaso alguna vez llegan a quebrantar alguno de ellos y que Dios los perdonará, pero que, el daño mayor cuando se quebranta alguno de ellos se lo hace uno mismo y a las personas que más se quiere o inocentes que no tienen por qué padecer la consecuencia de su mala decisión.
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Enseña a meditar. Al inicio parece difícil, pero el secreto de esto está en la constancia. Invítalo a cerrar los ojos, a ponerse en contacto consigo mismo por unos momentos, ayúdale a regular su respiración y después que piense en lo bello que es la vida; que agradezca a Dios por lo que le ha dado. De allí puede surgir una bonita oración o reflexión. Verás que, si esto se realiza con constancia, en poco tiempo tus alumnos lo harán con facilidad y por más tiempo que cuando comenzaron.
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Enseña a ser agradecido. Decir gracias es un buen hábito que cuando se repite en voz alta con frecuencia, se va grabando en el interior. La gratitud, lleva a la gratuidad, darse cuenta que la vida recibida fue gratis, que el amor de sus padres es gratis, que la enseñanza recibida (aunque sea un colegio de paga) es una acción gratuita. Cuando nos damos cuenta que no hemos hecho lo suficiente para que se nos haya otorgado la vida, para que las personas nos amen como nos aman, aprendemos que el amor que Dios nos ofrece es así, gratis y por ende, gratis amamos a los demás.
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Ofrece recursos para aprender a disfrutar del momento vivido. Hacer ejercicio consciente con los cinco sentidos es muy buena opción. Que aprenda a escuchar, a contemplar, a saborear, disfrutar de los olores y a sentir con el tacto. Los sentidos nos dan la oportunidad de disfrutar y hacernos sensibles de lo que nos rodea, nos ayuda a disfrutar del momento y de LA VIDA.
Fomentar estos elementos juntamente con los conceptos doctrinales, ayudarán a tu alumno a saberse en la presencia de Dios, a saber que Dios está siempre presente y que su presencia no es inquisidora, manipuladora o vengativa, tampoco es un Dios mágico que cumple toda clase de deseos, sino un Dios providente de amor, perdón y sobre todo que salva.
Querido maestro, te invito para que conduzcas a tus alumnos a conocer al Dios que se nos revela día a día, en el amor al prójimo y a la vida.
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