“Todo es cuestión de saber cómo esculpir el propio cerebro, de rodearse de influencias que lleven a lo mejor para el individuo”.
Álvaro Pascual-León.
¿Alguna vez te has preguntado si nuestro cerebro tiene la capacidad para cambiar constantemente?
La respuesta sin duda es sí. Aunque anteriormente se creía que a determinada edad ya no teníamos la capacidad para aprender más, gracias a distintos estudios y el avance de la Neurociencia, se ha descubierto que esto es posible.
Antes se consideraba a nuestro cerebro como una computadora, capaz de realizar varias y diversas funciones pero al mismo tiempo se tenía una visión estática de él, es decir, solo realizaba las funciones que ya eran conocidas y que dominaba. Afortunadamente hoy sabemos que ya no es así.
Esta idea se asocia con uno de los neuromitos más comunes, el cual consiste en que solamente utilizamos el 10% de nuestro cerebro. Definamos primero qué es un neuromito, Anna Forés, pedagoga y escritora, lo define como: “aquella creencia que tenemos, que después con una evidencia científica se desmonta”.
Es decir, los resultados de las investigaciones anteriores demostraban que utilizábamos únicamente el 10% de nuestro cerebro, esta creencia permaneció durante mucho tiempo. Hoy sabemos que al realizar una actividad se implican varias y distintas áreas cerebrales, que permiten la activación para el aprendizaje, ¡trabajando mucho más que un 10%!
Si partimos de la idea de que nuestro cerebro es un órgano dinámico y que así permanece toda la vida ¿Cómo podemos considerar hoy por hoy que ya no tendrá la capacidad para aprender más?
Aquí es donde entra el concepto de “plasticidad cerebral”. Éste está inspirado en la palabra “plastilina” ya que puede tomar la forma que queramos darle. Sin embargo, la plasticidad se define como aquella capacidad del sistema nervioso para adaptarse, el cual cambia como resultado de la conducta y experiencia adaptándose a su entorno. Por tanto, la plasticidad cerebral nos permite seguir aprendiendo y desarrollando habilidades durante toda la vida dando la oportunidad de que otras áreas de nuestro cerebro se activen.
¿Por qué es tan importante que como docentes y formadores tengamos esta información presente?
Porque esto nos permitirá ampliar nuestros conocimientos sobre el funcionamiento de nuestro cerebro y el de nuestros alumnos para mejorar nuestras prácticas en el aula y ofrecer otro tipo de experiencias a nuestros alumnos. También nos da la pauta para poder creer más en ellos y en sus capacidades, no hay que limitarlos hay que ayudarles a volar.
¿Qué puedo hacer para aumentar la plasticidad cerebral en mis alumnos?
Te comparto algunas ideas con las que puedes empezar a trabajar:
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Promueve el ejercicio físico o actividades que impliquen movimiento en tu aula. El movimiento es fundamental para la activación de ciertas zonas en nuestro cerebro que se predisponen para el aprendizaje.
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Incluye desafíos para tus alumnos. Esto permitirá buscar nuevas y distintas formas de resolver los retos que se presenten.
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Impulsa a que enfrenten sus miedos: hablar en público, trabajar en equipo, desarrollar una actividad en particular, etc. Claro, cuidando siempre su integridad física y emocional.
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Estimula la creatividad. Todos nuestros alumnos son creativos, solo necesitamos ofrecer espacios y experiencias variadas para que cada uno pueda expresarla.
Te invito a crear conciencia en esto, el cielo es el límite.
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