Son las 8:00 a.m. de un miércoles cualquiera del mes, todos los alumnos del 5to. A de primaria se encuentran ya en sus lugares dispuestos a iniciar sus clases a excepción de uno, Miguel que ha llegado a recostarse sobre su antebrazo en la mesa de trabajo, se encuentra cansado y lo que quiere es dormir. No es la primera vez que la maestra de grupo trata de llamar su atención para que no se quede dormido. No sabe cómo ni qué hacer para mantenerlo atento y despierto durante el día.
¿Te suena familiar un caso como este? ¿Qué le pasa a Miguel? ¿Por qué llega cansado y a dormir a la clase? Me parece que todo ello puede tener una explicación y como maestro puedes ayudar a que los papás de niños como Miguel puedan entender y apoyar a sus hijos para que estén “completos” en clase.
En una sociedad competitiva y mercantilista han influenciado sobre todo en las familias de padres jóvenes a entrar en la vorágine de “preparar” a sus hijos para que ellos sean los mejores. Por eso, después de terminada la clase, por lo regular la mamá ya lo espera fuera de la escuela para “de prisa” llevarlo a comer porque tiene enseguida su clase de inglés. Al terminar la clase de inglés sigue el entrenamiento de futbol, para después ir a la clase de música. Llega ya entrada la noche a casa para medio hacer la tarea, la cual debe hacerla de prisa porque tiene que bañarse antes de acostarse, cena, ve televisión y finalmente a dormir, para al día siguiente levantarse temprano, lavarse los dientes, desayunar y correr a la escuela para no llegar tarde. Uff… qué agenda tan cargada para un niño de 10 años. De lunes a viernes es lo mismo, correr de un lugar a otro, porque se debe hacer mucho. Con una agenda así, el niño está agotado.
Es cierto que la sociedad de hoy ha presentado cambios y que exigen una preparación diferente que la de hace veinte años. Es aquí donde viene un reto para la escuela católica ante los padres de familia. La escuela debe ofrecer orientación, para que papás como los de Miguel entiendan que no sólo con el “hacer” lograrán que su hijo esté lo mejor preparado para la vida.
A los niños se les debe dejar ser niños, deben permitirse que poco a poco se vayan desenvolviendo en la sociedad con los recursos propios de su edad. Por ello, si tienes un caso como el de Miguel, te recomiendo lo siguiente:
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Habla con sus papás y mantenlos informados de lo que sucede en clase.
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Ofrece recursos sobre la crianza de los hijos. Una buena lectura puede ser: Creciendo juntos de Carlos González, otro libro muy bueno es, El cerebro del niño explicado a los padres del Dr. Álvaro Bilbao., Tu hijo de 10 a 12 años de Alfonso Aguiló, y otros muchos más. Es cosa que busques, leas y compartas con ellos.
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No seas tan exigente con él. A veces es bueno hacer como que no te das cuenta y dejarlo descansar un poco, el tiempo después lo puedes reponer.
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Genera junto con la dirección recursos (curso para padres de familia, conferencias, reuniones informativas) que los orienten y ayuden a darse cuenta que la formación de mejores individuos está más en el educar a ser que en el hacer.
A veces, también como docentes solemos preocuparnos más por ofrecer “calidad” atiborrando de actividades extraescolares y tareas exageradas a nuestros alumnos creyendo que, con ello, los hacemos más competitivos y responderán de mejor manera a las exigencias económicas y sociales.
En la primaria, sobre todo, debemos dosificar y estructurar la formación más encaminada a la socialización, lo lúdico, la moral, la espiritualidad y la formación emocional. Dejemos que la formación especializada la cubran otras etapas educativas. La escuela católica, sobre todo, está llamada a ser ambiente que eduque a la persona. No obliguemos a los niños a vivir como adultos con agendas llenas y corriendo a todas partes, respetemos su tiempo para seguir siendo niños.
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