Pensemos un momento en las experiencias de aprendizaje colaborativo de las que has formado parte como estudiante o profesor, ¿Será que los seres humanos estamos prediseñados para trabajar de forma colaborativa? ¿Qué las habilidades para aprender colaborativamente se desarrollen de forma espontánea?
Hoy platicaremos de esas destrezas (individuales y colectivas) necesarias para que los estudiantes asuman las actividades al interior de los equipos. Son, de alguna forma, las bases o prerrequisitos que deben tener cierto nivel de desarrollo antes de emprender la aventura de plantear la colaboración en el aula como enfoque de aprendizaje.
Ahora bien, estas destrezas colaborativas suelen estar implícitas en los programas de estudio y perfiles de egreso, así que su trabajo en la escuela no solo es deseable sino necesario. Y cuanto antes se aprendan, mejor; por tanto la oportunidad y responsabilidad de los primeros niveles educativos es indiscutible.
Autores como los hermanos Johnson y Holubec (1999), plantean que estas habilidades cooperativas tienen cuatro niveles:
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Habilidades de formación: Dirigidas a la organización de un grupo de aprendizaje colaborativo y establecimiento de normas mínimas de conductas.
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Habilidades de funcionamiento: Dirigidas a gestionar las actividades del grupo para completar una tarea y mantener relaciones de trabajo efectivas entre los integrantes.
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Habilidades de formulación: Destinadas a comprender el material que se estudia a un nivel más profundo, para estimular el uso de estrategias de razonamiento de mayor calidad, maximizar el dominio y la retención.
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Habilidades de fermentación: Destinadas a repensar el material que se está estudiando, manejar el conflicto cognitivo, buscar más información y comunicar la razón detrás de la conclusión de uno .
Algunos ejemplos de las destrezas cooperativas del nivel Formación son:
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Realizan transiciones ágiles: tus alumnos pasan rápidamente de una forma de trabajo a otra. Por ejemplo, dejan de comentar en parejas para escuchar al docente; sacan en poco tiempo los materiales acordes a la asignatura; prestar atención al momento que se pide; reacomodan las mesas de trabajo para hacerlo en parejas o equipos sin ruido y sin perder demasiado tiempo.
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Mantienen el nivel de ruido: los alumnos trabajan en silencio cuando es necesario y cuando se les pide comentar algo entre ellos el ruido no interrumpe las actividades, saben hablar modulando la voz para que el resto pueda seguir escuchándose.
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Respetan turnos: permiten que participen todos, no interrumpen ni quitan la palabra a quien está participando. Saben escuchar, no solo estar en silencio.
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Respetan diferentes modalidades de trabajo: reconocen la diferencia entre momentos de puesta en común, de atención total al docente, de trabajo individual, trabajo en parejas y trabajo en equipo. Se comportan y participan acorde a la modalidad de trabajo en que están.
¿Habías pensado en que estos hábitos eran parte medular del aprendizaje colaborativo? ¿Qué nivel de dominio tienen tus estudiantes de las destrezas de este primer nivel? Algo indispensable que debes saber es que estas habilidades requieren enseñarse directa y abiertamente. No se desarrollan de forma espontánea ni es suficiente con estructurar las actividades de manera colaborativa, por tanto, tendrá que practicar, con reloj en mano, la velocidad y movimientos para las transiciones, así como modelar los niveles de ruido deseables.
Ahora te compartimos algunos ejemplos de las destrezas cooperativas del nivel Formulación:
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Gestionan el tiempo de forma eficaz: aprovechan el tiempo asignado para cada actividad, de tal forma que no pierden tiempo o se distraen y trabajan solo unos minutos.
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Aceptan y cumplen las tareas asignadas: admiten las actividades que se les asignan y las realizan de forma responsable, verificar que tengan la aptitud y la actitud para aportar al grupo.
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Piden ayuda a los compañeros antes que al docente: confían en sus compañeros y ante dudas sencillas saben que ellos pueden apoyarles. Saben hacer preguntas específicas sobre dudas, van más allá de decir “no entiendo”.
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Llegan a acuerdos: saben negociar, ceder, escuchar y consideran otros puntos de vista además de los propios
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Ayudan sin dar respuestas: ofrecen pistas no respuestas. Reconocen la diferencia entre ayudar a resolver y decirle la respuesta al otro; saben que si le dan la respuesta o le hacen el trabajo no le están ayudando a aprender. Aprenden a explicar con sus propias palabras y a observar a sus compañeros para ver en qué necesitan ayuda.
Para finalizar, recuerda que previo a la enseñanza de estas destrezas cooperativas, debemos instaurar una cultura de la cooperación en la que los participantes se reconozcan como grupo y como seres interdependientes.
Te invitamos a dedicarle unos minutos a reconocer qué habilidades de colaboración representan las fortalezas y áreas de oportunidad de tu grupo, una vez hecho este análisis, podrás establecer las acciones necesarias para apuntalar el aprendizaje colaborativo en tu aula.
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