¿Has observado desmotivación en tus alumnos? ¿Pareciera que a tus alumnos nada los mueve? ¿Has sentido frustración de observar estas conductas en ellos?
Todos en nuestra experiencia como docentes nos hemos enfrentado a esta situación, a lo mejor no en la misma frecuencia o intensidad pero, sin duda, lo hemos vivido con nuestros grupos.
¿Qué es lo que pasa con mis alumnos que, por más que intento e incluyo variedad en mis clases, sigo sin tener los resultados esperados?
Probablemente es el enfoque que tenemos respecto al concepto de “motivación” y la creencia en cómo se puede desarrollar. Los descubrimientos de la Neuroeducación que te compartimos a continuación nos ayudarán a fomentarla más asertivamente.
Lo primero, ¿Qué es o qué considero que es la motivación? Esta definición puede tener significados muy diferentes para todos. A veces se piensa que es tener fanfarrias y confeti todo el tiempo en nuestro salón o “presionar” a los alumnos a que realicen ciertas actividades con una buena actitud. La realidad es que no es ninguna de las dos.
La motivación, de manera general, es esa fuerza interna que activa o intenciona nuestra conducta hacia una meta establecida, siendo la persistencia el factor clave.
Y, específicamente, la motivación en el aprendizaje es el recurso indispensable que ayudará en el cumplimiento de objetivos en el área escolar favoreciendo el desarrollo de habilidades para una experiencia exitosa. Básicamente, es la clave para que nuestro alumno se implique en su propio proceso de aprendizaje.
Claro, suena muy interesante pero ¿Cómo puedo hacerlo diferente?
Nuestros alumnos son nuestros primeros y principales observadores, por lo que tenemos que empezar en reflexionar acerca de la actitud que estamos mostrando frente a ellos. Te pregunto maestro:
¿Qué tan motivado te sientes tú en tus clases?
¿Transmites buen ánimo y gusto por aprender?
¿Fomentas la curiosidad en tus alumnos?
¿Qué tantos estímulos emociones integras en tus clases?
A partir de estas respuestas es por donde podemos empezar el cambio.
¿Por qué considerar la Neuroeducación en la motivación para el aprendizaje? Las aportaciones de esta ciencia sugieren tomar en cuenta estos aspectos:
Se aprende mejor cuando el contenido incluye componentes emocionales: cuando más es la emoción mejor se aprende.
Los estímulos emocionales interactúan con las habilidades cognitivas afectando: el razonamiento, toma de decisiones, memoria, actitud y disposición para aprender.
Los factores necesarios a considerar para el aprendizaje son: un entorno agradable y docentes emocionalmente inteligentes.
Todo alumno necesita atención emocional, reconocimiento y experiencias de éxito que lo hagan sentir competente.
El proceso de aprendizaje es mucho más efectivo cuando se combinan:
Calidez humana + emociones + buen ánimo + cooperación + factor sorpresa.
Por lo tanto, el elemento indispensable para empezar a hacer la diferencia en la motivación y respuesta de nuestros alumnos es incluir las emociones en nuestras clases. Esto genera una experiencia sumamente significativa y profunda. Todos estos factores que decidas incluir deben ser bien planeados y con objetivos específicos a cumplir. Lo importante es dar el primer paso.
Si cambias tu enfoque, tu realidad también lo hará.
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