Con frecuencia un buen número de maestros suele quejarse que sus alumnos no siguen las instrucciones que ellos les dictan calificándolos como desobedientes e indiferentes a las tareas escolares, esto, casi todos los que hemos estado frente a grupo lo sabemos. Lo que a veces ignoramos es que los niños y sobre todo los adolescentes son reconocidos por no hacer lo que los adultos les dicen que hagan, sino más bien tienden a hacer lo que ellos han visto que se debe hacer.
La imitación juega un papel importante en la adquisición de la conducta. Es evidente que, en la cultura actual, gran parte del aprendizaje de los niños y la conducta de los adolescentes está nutrida por la presentación de modelos presentes en los medios audiovisuales convirtiéndose para ellos en “modelos simbólicos”.
Los modelos simbólicos pueden presentarse a través de instrucciones orales, como puede ser la letra de una canción, en los dichos y palabras propias del “caló” juvenil, así como medios escritos o visuales distribuidos en series de televisión, películas y otras exhibiciones que suelen ser acompañadas de instrucciones directas para ellos, de hecho, los medios audiovisuales de masas ejercen, hoy por hoy, una gran influencia en las pautas de conducta social.
Una prueba de ello fue la vestimenta de overol rojo, máscara y un rifle cruzado en el hombro que algunos niños usaron al pedir su calaverita este 2 de noviembre. Pero ¿de dónde surgió este peculiar disfraz que hasta hace un año no existía? Sin duda de las series televisivas exhibidas en las plataformas de streaming, que están modificando no sólo la conducta, sino también la cultura de nuestros niños.
Muchos de nuestros alumnos pasan mucho tiempo expuestos a este tipo de modelos, estos modelos juegan un papel fundamental en la conformación de su conducta y la modificación de las normas sociales.
Ahora más que en otros tiempos, los padres de familia y profesores están corriendo el peligro de perder parte de su influencia como modelos de sus hijos y alumnos y preocupados de ello, la Escuela Católica suele recomendar a los padres de familia controlar la televisión que ven sus hijos, cosa que es muy buena, sin embargo, me parece que la acción debería de ir un poco más allá.
En este sentido a la Escuela Católica se le abre un área de oportunidad grande para generar proyectos de formación para padres, en donde el padre de familia no deja sólo a la escuela la labor de la formación de sus hijos, pensando que el desarrollo académico suple la formación del hogar. Es importante que escuela y padres conozcan la importancia que tiene para sus hijos las relaciones familiares, el sentido común, la formación consciente y los valores.
Por ello, un padre ausente o indiferente, poco puede hacer para contrarrestar la influencia que otros (amigos, vecinos, compañeros de clase, internet y streaming) ejercen sobre sus hijos. No basta sólo con controlar la televisión y el tiempo que pasan en el internet con sus teléfonos o tabletas electrónicas. Es necesario que los padres de familia tomen en serio su labor de educadores, de modelo de vida para sus hijos.
Como Escuela Católica, debemos de ocuparnos de atender también de los padres de familia a través de estos proyectos, de esta manera y de manera indirecta, estamos también ocupándonos de los propios alumnos, escuchándolos en sus necesidades, sus anhelos, sus fantasías.
La Escuela Católica debe arriesgarse a extender sus fronteras educativas y llegar al interno de la familia. Educarla, es facilitar a nuestros alumnos una educación integral, armoniosa y con posibilidades del bienestar común.
Tomemos como nuestras las palabras de S. Juan Pablo II al iniciar su pontificado: No tengan miedo.
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