¿Qué necesitan aprender realmente los alumnos para el futuro?
Cuando alumnos, ya sean de cuarto curso de primaria, segundo de secundaria o recién llegados a la universidad, preguntan: “¿Por qué tenemos que estudiar esto?”, sabemos qué es lo que les preocupa. No ven la utilidad del tema, o la utilidad que podría tener para ellos al menos. Les gustaría tener la sensación de que lo que están aprendiendo aquí y ahora será un conocimiento válido en el futuro. Les gustaría tener la sensación de que es algo que contribuirá significativamente al desarrollo de sus vidas. Buscan lo que podríamos llamar, tomando una frase del mundo de los negocios, retorno sobre la inversión no solo en términos monetarios, sino en muchos otros: profesionales, cívicos, familiares, relacionados con las artes o con una mejor comprensión del mundo actual. A veces se equivocan al mostrar escepticismo. No son capaces de ver más allá de una semana o un mes cómo les servirá en el futuro lo que han aprendido. Pero puede que otras veces tengan razón. Puede que no estén haciendo sino dar voz a una preocupación que ya expresó John Dewey en su libro Democracy and Education, publicado en 1916: “El conocimiento significa fundamentalmente almacenar información alejada de la práctica, únicamente en el mundo de la educación; no ocurre en la vida del granjero, el marinero, el comerciante, el médico o el investigador de laboratorio”. Qué es un aprendizaje valioso para la vida desde un juicio cualitativo bastante amplio, que los alumnos más jóvenes en particular no están en disposición de hacer. Es posible que, en algunos casos, los alumnos que se quejan tengan razón o también pueden no tenerla. Pero lo que sí está claro es que cuestionarse el valor que tiene el conocimiento para la vida es totalmente pertinente en un contexto amplio de la educación. ¿Con qué probabilidad de frecuencia creemos que aparecerá en nuestras vidas un dato, conocimiento o habilidad en particular? ¿Qué importancia tendrá? ¿Aumentará con el tiempo o sencillamente se nos olvidará? Cuando algunos docentes deciden ampliar el rango de lo que se enseña aventurándose más allá de lo impuesto para introducir habilidades para el siglo XXI, avances en las disciplinas, estudios interdisciplinares, etc., lo que están haciendo es demostrar su preocupación por lo que resulta útil aprender. Porque son capaces de prever que un currículo más amplio se acerca más a la vida que probablemente tendrán los estudiantes del presente.
SOBRE EL AUTOR
David Perkins es fundador y codirector del Proyecto Zero. Desde el año 2000, ha sido profesor sénior de Educación en Harvard, donde ha llevado a cabo programas de investigación y desarrollo sobre creatividad en las artes y las ciencias, razonamiento informal, resolución de problemas, comprensión, aprendizaje individual y organizacional y la enseñanza de habilidades de pensamiento. Está implicado activamente en la transformación de la escuela. Es también cofundador de la iniciativa de aprendizaje a distancia WIDE World y autor de numerosas publicaciones como El efecto eureka (sobre creatividad), La tabla redonda del rey Arturo (sobre inteligencia organizacional y aprendizaje), y Aprendizaje pleno (un marco de referencia sobre la educación a todos los niveles).