“Solo vivir no es suficiente, dijo la mariposa. Hay que tener sol, libertad y una pequeña flor".
Hans Christian Andersen | "La mariposa" (1861)
Nombrar la poesía que mejor dicho es evocarla es un intento, un esfuerzo por mostrar el lenguaje, su belleza, su misterio, su metáfora al desnudo. Es llamar, recordar y confirmar que la invención del lenguaje es nuestra invención del sentido, de creación y necesidad de instaurar con la palabra el mundo, el cosmos, lo humano.
Leer poesía es una acción esencial que todo ser humano debe practicar desde los primeros años y en los últimos días; porque la poesía nos invita a dar sentido, a encontrar el sentido, a la invención de sentido, al conocimiento y práctica del lenguaje. En el aula enseñamos la adquisición del lenguaje, y con ello integramos a la persona a la cultura y civilización, es así como inicia el proceso de aprendizaje, en estos primeros momentos de aprendizaje y adquisición del lenguaje la poesía participa y colabora en el reconocimiento de la metáfora en poemas, canciones, juegos, y melodías que nos van mostrando la forma, el contenido y la capacidad creadora del lenguaje. A los infantes les gusta tararear, nombrar, rimar palabras, inventar palabras nuevas que se adecuen a eso que quieren significar con más precisión. Cuando amamos a una persona, la nombramos de manera especial y propia, con las palabras queremos traducir aquel sentimiento, aquella emoción guardada en nuestro corazón. Ese motivo, esa intención de decir aquello que sentimos, aquella emoción que vivimos es la región donde habita la poesía y es la relación poesía-lenguaje donde cada cosa, hecho o emoción es necesario nombrarla para darle un lugar en el mundo y poder hacerla presente en la palabra (forma y sonido) para comunicarnos con otras personas.
“Necesitas buscar en los rincones más oscuros de tu corazón, en los rincones más recónditos de tu cerebro. Es ahí donde debes buscar la imagen, el glamour, la expresión correcta. Y tienes que hacerlo con total sinceridad, sin importar el precio. Con un esfuerzo tan grande que al final de la jornada te sientas exhausto, despojado de cualquier emoción y pensamiento, con la mente en blanco y dolor en el corazón, consciente de que no te has guardado nada, que te vaciaste totalmente”, escribe Joshep Conrad en una carta a un joven escritor que tiene la flama y la intención poética de comunicar. Sus palabras nos muestran la importancia y determinación de quien escribe y las motivaciones de la poesía.
Por su parte, la filósofa española, María Zambrano nos recuerda el oficio y la importancia
del poeta y la poesía. “El poeta no renunciaba ni apenas buscaba, porque tenía. Tenía por lo pronto lo que ante sí, ante sus ojos, oídos y tacto, aparecía; tenía lo que miraba y escuchaba, lo que tocaba, pero también lo que aparecía en sus sueños, y sus propios fantasmas interiores mezclados en tal forma con los otros, con los que vagaban fuera, que juntos formaban un mundo abierto donde todo era posible.”1
Octavio Paz, poeta y escritor mexicano nos dice que “Vivir es también pensar y, a veces, atravesar esa frontera en la que sentir y pensar se funden: la poesía”.2 Cada cita, cada verso, cada palabra que funde el sentir y el pensar crea la poesía, el género literario que representa y sintetiza el significado del vivir humano y que nos muestra un espejo y un reflejo, como versa Antonio Machado al decirnos ”mi corazón latía, atónito y disperso”; asombrado y disperso es el corazón del poeta. En este sentido la poesía y la comunicación de la poesía en el aula es de suma importancia debido a que en la poesía encontramos la razón sí, pero también la sensibilidad, el detalle, esa semilla de la vida que es la libertad humana. La poesía nos recuerda, nos nombra, nos identifica y nos comprueba que lo poético es testimonio de una vida, de una conciencia, de la estatura de la persona humana que la escribió. La importancia y valía de la vida humana misma…
Les quiero contar una historia que resume lo dicho hasta aquí y trata de unir todos los puntos: desde la epígrafe hasta la conclusión:
Durante su infancia, Hans Christian Andersen tuvo que mendigar y dormir con su familia bajo un puente. Luego, trabajó en distintos oficios, e incluso trató de ser cantante de ópera, sin éxito. Por fortuna, su talento para la escritura cambió su suerte y pasó a ser un autor querido entre el público. En estas líneas de La mariposa, “Solo vivir no es suficiente, dijo la mariposa. Hay que tener sol, libertad y una pequeña flor". Podemos apreciar su estilo poético y a ratos trágico, con personajes un tanto apartados de la sociedad (lo podemos observar también en obras como “El patito feo”, “La pequeña cerillera” o “La sirenita”), pero sobre todo su humanidad, su pensar y sentir humano.
La lengua es el alma de los hablantes, de los pueblos que la hablan, y la poesía es su manjar, su bebida y su elixir sanador que desata y convoca a nuestra capacidad de conversar, e intercambiar con nuestra humanidad de manera plena. Para terminar me gustaría citar al filósofo Heidegger, quien nos recuerda que lo humano va de la mano del lenguaje y de lo poético: “Más bien, el lenguaje es la casa del Ser en la que el ser humano existe por morar, en que pertenece a la verdad del Ser, cuidándola. ”3
Llevemos poesía al aula.
1 María Zambrano en Filosofía y poesía.
2 Octavio Paz. “La llama doble” (1993).
3 De las "Normas para el parque humano de Sloterdijk". Una respuesta a la "Carta sobre el humanismo" de Heidegger publicada en Die Welt en 1999, más tarde por Suhrkamp en 2001. Martin Heidegger (1889 - 1976).
Añadir nuevo comentario