• Educación

Las siete recomendaciones para comenzar a vivir el Pacto Educativo Global

El papa llamó a "firmar un pacto educativo global para y con las generaciones más jóvenes, que involucre a familias, comunidades, escuelas y universidades, instituciones, religiones, gobernantes, toda la humanidad, en formar personas maduras".

En su llamado a establecer un Pacto Educativo Global, difundido el 15 de octubre del presente año, el papa Francisco convocó de modo abierto y perentorio a las naciones y a los organismos e instituciones vinculados a la educación, para que empiecen a concebir su responsabilidad social y ecológica en un contexto más amplio que el de ofrecer oportunidades de desarrollo personal y un camino profesional a los niños/as y jóvenes, como se hacía hasta ahora, especialmente antes de la pandemia. Además, invitó a que se embarquen en un desafío mayor, menos academicista y más valórico, más holístico y menos especializado, que tenga la capacidad de dotar de sentido integral a la vida de las personas y sensibilizarlas para la acción comprometida y solidaria con los demás, con la naturaleza y con la urgente salvación del planeta.

Se trata de lo que el Papa ha analizado y denunciado desde la exhortación apostólica Evangelii gaudium (2013), hasta las encíclicas Laudato sí (2015) y, recientemente, Fratelli tutti (2020): el combate a la “cultura del descarte” y la promoción de una “ecología integral” que permita no solo salvar la casa común sino también a sus habitantes, rehumanizándolos. Muchas veces dominada por un modelo economicista, que pone reduccionistamente la ganancia en el centro del hacer humano, diseminando el individualismo y la indiferencia, el llamado del pontífice es a hacer de la educación una instancia formativa generadora de personas nuevas que en el futuro creen economías, políticas y ecologías sanas, en suma, un nuevo modelo de desarrollo, especialmente a partir del actual contexto mundial  de pandemia con sus secuelas sociales evidentes por ejemplo en problema de la deserción educativa, ya que, según señala, “las medidas sanitarias necesarias serán insuficientes si no van acompañadas de un nuevo modelo cultural”.

En su mensaje, el Papa invitó a todos los agentes educativos y quienes se interesan por la educación a reflexionar y poner en práctica siete recomendaciones iniciales:

  • Primero: Poner en el centro de todo proceso educativo formal e informal a la persona, su valor, su dignidad, para hacer sobresalir su propia especificidad, su belleza, su singularidad y, al mismo tiempo, su capacidad de relacionarse con los demás y con la realidad que la rodea, rechazando esos estilos de vida que favorecen la cultura del descarte.
     
  • Segundo: Escuchar la voz de los niños, adolescentes y jóvenes a quienes transmitimos valores y conocimientos, para construir juntos un futuro de justicia y de paz, una vida digna para cada persona.
     
  • Tercero: Fomentar la plena participación de las niñas y de las jóvenes en la educación.
     
  • Cuarto: Tener a la familia como primera e indispensable educadora.
     
  • Quinto: Educar y educarnos para acoger, abriéndonos a los más vulnerables y marginados.
     
  • Sexto: Comprometernos a estudiar para encontrar otras formas de entender la economía, la política, el crecimiento y el progreso, para que estén verdaderamente al servicio de toda la familia humana en la perspectiva de una ecología integral.
     
  • Séptimo: Cuidar nuestra “casa común”, poniéndola a resguardo de la explotación de sus recursos, adoptando estilos de vida más sobrios y buscando el aprovechamiento integral de las energías renovables y respetuosas del entorno humano y natural, siguiendo los principios de subsidiariedad y solidaridad y de la economía circular.

 

 

 

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