¿Alguna vez te has preguntado cuáles son los conceptos que estás aplicando en tus clases al trabajar de forma colaborativa? ¿Has tenido inquietud acerca de qué dicen los grandes teóricos y sus investigaciones respecto a la cooperación y el aprendizaje? A continuación, te contamos brevemente cómo sus propuestas están vinculadas con nuestro quehacer docente.
Lev Vygotsky (1896-1934, Rusia)
Vygotsky considera que la relación con los demás es el origen de los procesos mentales. Las relaciones interpersonales y la conversación dan lugar a la adquisición de ideas, conocimientos, actitudes y valores. Por tanto, trabajar con otros no solo es importante para aprender a relacionarnos, sino que es necesario para propiciar un mejor desarrollo cognitivo.
La relación con los demás nos lleva al aprendizaje. Vygotsky plantea que el aprendizaje se apoya en herramientas, que son instrumentos o medios para apropiarnos de la realidad y describe que hay herramientas físicas y simbólicas, de las que destaca el lenguaje, por medio del cual nos relacionamos con los otros, además es el responsable de las funciones mentales superiores y, al ser un producto de la cultura, tiene un rol social.
Por otro lado, desarrolla la noción de Zona de desarrollo real (los aprendizajes que ya dominamos), que sirven de antesala a la Zona de desarrollo potencial, aquello que podemos hacer con el apoyo de otro que es más capaz: La distancia entre ambos niveles es conocida como Zona de Desarrollo Próximo y se acorta al aprender con otros.
Jerome Bruner (1915-2016, Estados Unidos)
Bruner desarrolla el Aprendizaje por descubrimiento, en el que sobresale la relación estudiante–objeto bajo una perspectiva de juego con el que se potencia la motivación por descubrir, dando al aprendizaje una fuerte carga de placer y significatividad.
Ahora bien, Bruner considera que en este juego es de gran utilidad incorporar a otro sujeto evitando grandes grupos que obstruyan el proceso natural de descubrimiento, sino priorizando equipos, en donde haya mayor interacción. De ahí que los grupos de trabajo no deban ser muy grandes, el ideal es de 4 integrantes. Además, en esta relación con los otros el lenguaje se estimula, favoreciendo niveles de pensamiento abstracto, por lo que también el desarrollo cognitivo se ve optimizado.
Asimismo, la interacción con otras personas más conocedores del tema permite que estas funjan como guías que ofrecen apoyo e información, es decir, como andamiaje, concepto que desarrolló dando continuidad a las ideas de Vygotsky y su concepto de Zona de Desarrollo Próximo.
Albert Bandura (1925- 2021, Canadá)
Bandura sostiene que la mayor parte de la conducta humana puede aprenderse por observación. Lo que se observa es la ejecución por parte de otro que actúa como estímulo para los pensamientos, actitudes y conductas de quien lo observa.
El autor explica que, si tuviésemos que aprender todo de forma directa, por vivencia propia y ensayo-error, los procesos de aprendizaje serían más lentos e incluso riesgosos. Por tanto, el aprendizaje por observación acelera y elimina esos riesgos. Este concepto también es conocido como aprendizaje vicario.
Ahora bien, las investigaciones de Bandura comprueban que el aprendizaje por observación se produce de forma más significativa cuando modelo y aprendiz tienen rasgos de identificación similares. En esto se sustenta el principio de integrar equipos que sean heterogéneos pero sin exagerar, diversos pero sin extremos.
David (1940) y Roger Johnson (1938, Estados Unidos)
Conocidos internacionalmente como los hermanos Johnson, son probablemente el principal referente actual del aprendizaje cooperativo. Juntos han desarrollado la teoría de la interdependencia social, esta postula que los grupos son entidades dinámicas en los cuales la interdependencia de los miembros puede variar. Según la dinámica que adopten, se determina la forma de la relación entre sus participantes y los resultados. Plantean tres tipos de interdependencia:
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Cooperación (interdependencia positiva): interacción en la que los participantes animan y facilitan los esfuerzos de cada uno por aprender. Conduce a aumentar los esfuerzos hacia el aprendizaje y promueve relaciones interpersonales positivas y salud emocional.
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Competencia (interdependencia negativa): los integrantes desalientan y obstruyen los esfuerzos de los otros hacia el logro. Llevan a una disminución del esfuerzos para aprender y a relaciones negativas, con desajustes emocionales o psicológicos.
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Individualismo (ausencia de interdependencia): no existe interacción, los estudiantes trabajan independientemente sin ningún tipo de intercambio.
Sus aportaciones enfatizan cómo la interdependencia positiva promueve que cada uno de los educandos reconozca que tiene que preocuparse por las otras personas. Sin embargo es indispensable que los profesores promovamos esta interacción y para ello nos proponen:
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Ofrecer recompensas en grupo, por ejemplo, si todos los miembros del equipo alcanzan los criterios establecidos, a cada uno se le dará algo extra.
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Corroborar que cada integrante pueda aportar o compartir diferentes recursos.
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Promover el trabajo de roles o funciones asignadas, así se necesitarán unos a otros.
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Establecer metas en común.
Si bien las aportaciones de Roger y David Johnson son claves para promover una cultura de la colaboración en nuestras instituciones, ya que destacan que entre sus ventajas está “el éxito académico y profesional, la calidad de vida, la felicidad y el bienestar psicológico”; hoy podemos reconocer que junto con ellos, existen otras teorías cuyo trabajo fundamenta cada una de las acciones que implementamos en nuestras aulas bajo el nombre de aprendizaje colaborativo.
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