Empezaba el ciclo escolar híbrido y tras las primeras semanas de conocer al grupo me dispuse a hacer los equipos, como en otras ocasiones. Para la primera actividad los envié a sus salas en la plataforma de videoconferencia y a continuación pasé a cada equipo a dar seguimiento: todo en silencio, nadie hablaba, no prendían su cámara, ni su micrófono. A pesar de tener una actividad asignada, no arrancaban… pensé que era desinterés así que hice las clásicas preguntas detonadoras ¿Cómo van? ¿les puedo ayudar en algo? ¿en qué parte van? Pero, aunque me respondían a mí, entre ellos, no hablaban… ¡¿Qué estaba pasando?!, estaba haciendo lo mismo que en ciclos anteriores y no me había enfrentado a ese problema.
Como dicen por ahí, “para no hacerles el cuento largo”, tras un análisis que pasó por varias fases, llegué a esta conclusión. Este grupo tenía una situación singular: la mitad eran estudiantes nuevos, es decir, era la primera vez que tomaban clases juntos y, además, por la logística del trabajo híbrido, solo compartían algunas clases. En resumen, el grupo no era un grupo, sino un conjunto de personas que tomaban mi clase, no se conocían entre ellos, no había un vínculo interpersonal entre sus integrantes.
En ese momento caí en cuenta de que, si no conseguía propiciar la cohesión grupal entre ellos, no podría lograr que aprendieran de forma colaborativa.
¿Qué es la cohesión grupal?
Albert Carron la define como un proceso dinámico que se refleja en la tendencia de un grupo a permanecer unido con la finalidad de conseguir sus objetivos instrumentales y/o para la satisfacción de las necesidades afectivas de sus miembros. Jorge Torralbas complementa diciendo que la cohesión hace que para los miembros, el grupo sea atractivo, los integra a nivel afectivo, valorativo y comportamental.
Es decir, la cohesión grupal es la capacidad de unión, la fuerza de la conexión interpersonal entre los integrantes de un grupo, lo que propicia que los miembros participen con facilidad y permanezcan motivados para lograr los propósitos establecidos.
La cohesión grupal es, por tanto, una condición necesaria, aunque no suficiente, para estructurar la clase de forma colaborativa.
¿Cómo fomentamos la cohesión grupal?
Como todo lo valioso en esta vida, implica tiempo. Algo de lo que siempre estamos cortos en las instituciones educativas. No obstante, hay algunas acciones que podemos implementar para acelerar estos procesos:
1. Jugar o celebrar juntos. Sí, tal cual, el juego tiene múltiples ventajas, pero una de ellas es que nos permite acercarnos a experiencias que, inicialmente, pueden ser estresantes. Por naturaleza es divertido, genera un ambiente positivo y de apertura, además en casos como el aprendizaje a distancia o híbrido, permite intercambiar información verbal y no verbal de carácter personal. Si bien el juego libre es un gran aliado, en estos casos el juego dirigido por el docente o por otros estudiantes es la mejor opción para optimizar el tiempo. Si estás trabajando presencialmente, te recomendamos los juegos al aire libre ya que, además de la ventilación, estar fuera del aula también contribuye a la apertura.
Ahora bien, si estás trabajando por medio de videoclases, ¡también es posible jugar!, te propongo la siguiente alternativa:
Marciano, león, serpiente
El objetivo es que todos los participantes hagan al mismo personaje a la cuenta de 3, para eso:
- Coloca a todos los asistentes en modo galería, sin compartir pantalla.
- Muestra la mímica para cada personaje: marciano (antenas con los dedos), león (manos en forma de garra) y serpiente (manos juntas al frente haciendo ondas).
- Explica las instrucciones e indica que tendrán un número determinado de rondas para lograr el objetivo. Te sugerimos de 3 a 5 rondas máximo.
- A la cuenta de tres, todos harán un personaje.
- Ganarán cuando todos coincidan dentro del número máximo de rondas.
2. Dinámicas de grupo. Estas son actividades colectivas que representan una herramienta básica para trabajar la relación de confianza y compromiso de un equipo. Su objetivo principal es favorecer la integración.
Te sugerimos esta que puedes emplear tanto en actividades presenciales como híbridas o a distancia: Dos verdades y una mentira
El objetivo es que los participantes escuchen con atención y conozcan más a sus compañeros
- Todos los participantes eligen 3 afirmaciones o anécdotas breves sobre sí mismos: 2 de ellas son verdades y 1 es falsa, todas deben ser creíbles. Por ejemplo: Mi lugar favorito es la playa, mi primera mascota fue un pececito llamado Kei y tengo dos hermanas mayores.
- Al azar, se elige a uno de los participantes para compartir sus 3 afirmaciones.
- El profesor pregunta: ¿Quién cree que la primera historia es mentira?, ¿la número 2?, ¿la 3? Puedes ser creativo en la forma en que pides que descubran la mentira, podría ser con alguna seña, moviéndose hacia algún lugar, alzando los dedos, etc.
- El protagonista revela cuál de ellas es la mentira.
En mi caso, hay días que iniciaba la clase con algún juego o dinámica todos juntos, no me tomaba más de 10 minutos. Además, uno o dos días a la semana les pedía que replicaran esa actividad al interior de sus equipos, es decir, ya no lo dirigía yo como docente, sino que lo hacían entre ellos. Como era una dinámica que ya conocían, cuando pasaba a los equipos me di cuenta de que cada vez abrían más sus cámaras y micrófonos para participar.
En mi grupo, afortunadamente va mejorando el trabajo colaborativo, con paciencia y cuidando el diseño de las tareas cooperativas relacionadas directamente con los aprendizajes de la asignatura, seguimos avanzando y aprendiendo, juntos. Ellos a ser mejores estudiantes y yo, a ser mejor docente.
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